Ciudad ubicada en el sureste de la
Provincia, a casi 400 km de nuestra ciudad de Buenos Aires. Es cabecera de
partido, está emplazada sobre las sierras del Sistema de Tandilia que son su
columna vertebral y fue fundada como “Fuerte Independencia” en 1823 por el
brigadier General Martín Rodríguez, gobernador de la provincia. Fue asediada
por los indígenas desde el siglo XVIII, quienes se resistían al avance de la
frontera de la provincia hacia el sur pasando el río Salado, (zona llamada “el
desierto”), con la finalidad de expandir y proteger la explotación ganadera y
lograr la soberanía de la provincia. Los Puelches eran los principales
protagonistas de los llamados malones, un pueblo nómade y guerrero, nativo de
las sierras de Ventana y Tandilia, provenientes de los Tehuelches. Ante la
resistencia indígena y los constantes ataques, Rosas inició campañas de
negociación con ellos para extender las fronteras, con pocos resultados. Recién
la Campaña del Desierto lograría someterlos, afianzando la expansión de la
provincia y finalizaría el trabajo la llegada de inmigrantes europeos con nuevas
actividades comerciales y el ferrocarril. El aumento demográfico fue tal que en
1865 se demolió el Fuerte Independencia y se construyó la Casa Municipal, en
1895 fue declarada ciudad bajo el nombre de Tandil y poco tiempo después
Sarmiento le dio la primera escuela.
¿Pero que nos muestra hoy esta ciudad?
Al igual que muchas ciudades de Argentina se organiza alrededor de su plaza
principal, la Plaza Independencia, rodeada por edificios importantes como la
Iglesia del Santísimo Sacramento de líneas románticas (parecida al Sacre Coeur de
Paris, no?), o el Palacio Municipal de estilo neoclásico o el ex Banco
Hipotecario con sus líneas greco romanas. Pasó de ser un baldío lleno de
pajonales a ser un lugar de paseo y gran actividad comercial, atravesada por
senderos, rodeada de hermosas arboledas, con fuentes de agua, estatuas y una
pirámide en su centro similar a la de la Plaza de Mayo.
También podemos visitar el Parque
Independencia que es un parque público para esparcimiento situado sobre un
cerro, cuya entrada es un pórtico de granito de estilo romántico renacentista.
Desde allí se inicia la subida al cerro por un camino que lo rodea y en la cima
se encuentra un castillo morisco y una vista imperdible de la ciudad.
Un poco más allá, está la represa Lago
del Fuerte, que fue construida con motivo de la gran inundación de Tandil del
año 1951 debido del desborde del arroyo Langueyú, la cual dejó una ciudad
destrozada y muchísimas víctimas. En el centro del lago un geiser oxigena el
agua contenida. Sobre el paredón del dique, construido en hormigón entre dos
cerros, se planea la realización de un mural de realidad aumentada que contará
la historia de la ciudad a través del tiempo y será uno de los más grandes de Latinoamérica.
¿Y por qué no ver la Estación del Tren?
cuya llegada a Tandil fue en 1883. Pertenece al ramal Roca y hoy solo presta
servicios de carga, no de pasajeros. Sin embargo, el edificio ingles de la
estación y sus vagones que esperan eternamente, se resisten al abandono y los
muralistas tratan de rescatarlos con sus hermosas obras.
Y ahora … no nos engañemos, viene la parte que más nos gusta: como dicen los tandilenses “Tandil se degusta de a poco”. Y, después de “degustar” sus hermosos lugares, será momento de “degustar” sus famosos sabores. No perderemos el encanto de cada rincón de este sitio donde hay para todos los gustos. Para los que gozan de la tranquilidad y el paisaje; para los que no pueden vivir sin un deporte de aventura; para los que disfrutan del arte y la historia que se inicia con los indios; para los que solo quieren ver la piedra movediza —aunque sea una réplica—, para los que les encantan los alfajores y el dulce de leche y para los que, entre un vinito o una birra y un salamín o un quesito, dibujan mil croquis. ¡Allá vamos Tandil!!
Sandra
Machado
ROBERTO FRANGELLA
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